Corría el año 2011 y la empresa chilena La Polar parecía estar en la cima. Cotizaba en bolsa, tenía cientos de miles de clientes y su crecimiento era constante. Pero todo era una ilusión: detrás del éxito financiero, la compañía ocultaba un fraude que afectó a más de 400.000 personas.
Durante años, La Polar repactó unilateralmente las deudas de sus clientes sin informarles ni solicitar su consentimiento. ¿El resultado? Informes financieros inflados, acciones sobrevaloradas y una crisis reputacional que hizo temblar al mercado chileno. El daño fue tan grande que sus ejecutivos enfrentaron cargos penales y la empresa casi desaparece del mapa.
Mientras tanto, una década antes y a miles de kilómetros, otro gigante se desplomaba: Enron Corporation, una energética estadounidense, engañó a reguladores e inversionistas ocultando miles de millones en deudas mediante complejos mecanismos contables. Cuando la verdad salió a la luz en 2001, la empresa colapsó y arrastró consigo a Arthur Andersen, una de las auditoras más grandes del mundo. El escándalo fue tan profundo que cambió las leyes financieras de EE.UU.

¿Qué tienen en común estos casos?
Ambos tenían algo que faltaba: compliance.Un término que se ha hecho muy importante tras la promulgación de la nueva Ley de Delitos Económicos en Chile.
¿Qué es el compliance?
El compliance (o cumplimiento normativo) es el sistema que permite a una empresa operar conforme a la ley, a las regulaciones de su industria y a principios éticos. No se trata solo de evitar multas o sanciones, sino de proteger el patrimonio, la reputación y la sostenibilidad del negocio.
En Chile, desde el año 2009, la Ley 20.393 exige a las empresas implementar Modelos de Prevención de Delitos para evitar el cohecho, el lavado de activos y otros delitos corporativos. Sin embargo, muchas compañías aún no han implementado sistemas efectivos o lo hacen de forma parcial, informal o manual.
¿Se podría haber evitado?
La respuesta es clara: sí.
Si cientos de empresas que se ven en problemas por fraudes hubiesen contado con un programa robusto de compliance —con controles internos, canales de denuncia, trazabilidad financiera y una cultura ética— las irregularidades habrían sido detectadas a tiempo. Con controles de riesgo automatizados y una auditoría transparente, las maniobras contables habrían salido a la luz mucho antes del desastre.
El verdadero valor del compliance
Implementar un sistema de cumplimiento no solo reduce el riesgo legal. También:
- Protege la reputación ante clientes, socios e inversionistas.
- Promueve una cultura de integridad y responsabilidad.
- Mejora la eficiencia operativa al estandarizar procesos.
- Permite identificar y corregir errores antes de que se conviertan en escándalos.
- Facilita el acceso a financiamiento y licitaciones públicas.
Pero para que funcione de verdad, no basta con una carpeta en el escritorio ni un protocolo olvidado en un servidor.
¿Por qué es tan difícil hacer compliance sin tecnología?
El principal problema es la complejidad: múltiples áreas, procesos, normativas y riesgos que cambian constantemente. Hacerlo manual implica:
- Procesos lentos y desordenados.
- Falta de trazabilidad y pruebas en caso de fiscalización.
- Dificultad para mantener actualizado el sistema ante cambios legales.
- Escasa participación de los colaboradores.
Además, la ausencia de tecnología hace que el compliance dependa de personas específicas. Cuando éstas se van, se lleva el conocimiento con ellas.
La solución: Compliance con tecnología
Hoy, herramientas como CompliSafe, el software número 1 en Chile, permiten automatizar y centralizar todo el proceso de cumplimiento. Entre sus beneficios destacan:
✓ Mapas de riesgo actualizados y visuales
✓ Auditorías internas automatizadas
✓ Gestión documental centralizada
✓ Canales de denuncia anónimos
✓  Capacitaciones y certificaciones en línea
✓ Trazabilidad total para inspecciones o defensas legales
Con este tipo de plataformas, el compliance deja de ser una carga para transformarse en una ventaja competitiva real.
La prevención cuesta menos que el desastre
Los casos de La Polar y Enron nos recuerdan que el costo de ignorar el compliance no solo se mide en dinero, sino también en confianza, prestigio y sobrevivencia. Hoy, las herramientas están disponibles, y las exigencias son claras. Ya no se trata de si tu empresa debe implementar un sistema de cumplimiento, sino cuándo.
Y ese momento es ahora.
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Fuente:
- Ciper Chile – “Caso La Polar: una historia de fraude, control deficiente y falta de transparencia” (2011).
- The New York Times – “The Enron Scandal: The Fall of a Wall Street Darling” (2002).
 
					 
												